¿La máquina como extensión del hombre o el hombre como extensión de la máquina?



"de los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; el arado y la espada son extensiones de su brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y la imaginación" Borges.


La semana pasada en clase repasamos la historia y evolución de los diferentes aparatos tecnológicos que hoy en día confieren nuestro pequeño universo cotidiano. Des de la bombilla de Edison a las fotografías de ocho horas de exposición de Niepce, des de las anotaciones de programación de Ada Byron a la Web de Berners-Lee. Todos ellos pequeños pasos en su momento pero muy importantes para llegar a la comodidad tecnológica en la que vivimos hoy en día.

Con el tiempo hemos introducido todos esos aparatos a nuestra vida cotidiana con tanto éxito que, sin duda, nos costaría muchísimo vivir sin ellos. Habitualmente no nos acordamos de cuán diferente serian nuestras vidas y la concepción que tenemos del mundo sin la tecnología. Sin aviones el mundo seria más grande. Sin electricidad las jornadas laborales durarían menos horas. Sin lavadoras no sabemos si la mujer hubiera llegado al mundo laboral. Sin la imprenta no existiría un acceso a la información global. Sin, sin, sin y más sines con los que el ser humano seria distinto a lo que es ahora, quizás peor, quizás mejor. Quien sabe.

Esas tecnologías ya integradas en lo cotidiano han pasado a ser parte del ser humano, han pasado a formar parte de nuestras vidas de tal manera que sin ellas todo debería ser replanteado. Así pues, hoy nos encontramos con un nuevo reto: una nueva tecnología que ha logrado en poco tiempo llegar a la mayoría de los hogares en España y en el mundo. Esta nueva tecnología es la computación y con ello el nacimiento de la Web.

Siguiendo el concepto que expone Borges acerca de los libros como extensión de la memoria y de la imaginación del hombre, podríamos considerar los ordenadores e Internet, por igual, como la extensión de la mente de éste. La mente humana es compleja, desordenada racionalmente y contiene la más variada información, así pues Internet la emula con los hiperenlaces, su desorden ordenado en buscadores y la capacidad de contenido que tiene. Precisamente, Turkle afirma que los ordenadores son extensiones de la construcción del pensamiento: máquinas de pensar, nos hacen pensar y nos ayudan a pensar.

Ya Vannevar Bush en su “As we may think” hablaba de la máquina como extensión del intelecto humano e introducía el concepto de hiperenlace, de enciclopedia, con el cual se podía ordenar y almacenar la hiperinformación que se estaba produciendo en su tiempo. Su manera de pensar visionaria y su obsesión por la pérdida del poder generalista de la mente humana fue muy influyente en lo que muchos años después se materializaría en Internet y muy relevante para comprender como los ordenadores se están convirtiendo en un complemento básico del ser humano.

Aunque la Red fuera diseñada a “imagen y semejanza” de nuestro cerebro para poder interaccionar mejor con ella, fue precisamente ésta la que terminó modelando nuestro discurso. El hombre se adaptó a la máquina y no la máquina al hombre. Así pues, tal y como argumentaba Gavaldà, cada vez más existe una especie de convergencia de la máquina y el hombre en la que “la máquina es cada vez más humana y el hombre es cada vez más computacional”.

Máquina, hombre. Hombre, máquina, Es una discusión compleja puesto que nuevas tecnologías o aplicaciones de estas están por llegar y quizás cambiar nuestra percepción del mundo otra vez. De momento solo puedo recordar esa anécdota, no exenta de polémica, de la “Creación de Adán” de Miguel Ángel dónde pintó la mano de Dios con un trazo que parece un cerebro humano. A todo ello, nacieron dos posibles interpretaciones: Que el cerebro es la creación más extraordinaria de Dios o que Dios es la creación más extraordinaria del cerebro.

Ambigüo, si. Interesante, tambien.

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